Pienso que una de las funciones más
delicadas a las que tuvo que enfrentarse Dios en su empresa fue saber acertar
con buen tino la elección de sus colaboradores. Nos narra el evangelio que en una pequeña ciudad
de Galilea llamada Nazaret a una virgen
que tenía por esposo a un hombre de la casa de David, llamado José. Habiendo entrado el Ángel en su casa le
dijo: “Dios te salve, llena eres de
gracia; el Señor es contigo y bendita tu eres entre las mujeres. Darás al mundo un hijo a quien pondrás por
nombre Jesús. A lo que la humilde virgen respondió: Hé aquí la sierva del Señor: cúmplase en mí su
voluntad, según tus palabras. El Ángel se separó entonces de ella y el
Hombre-Dios se formó entonces por el Espíritu Santo en el casto seno de María. Lo que describo está sometido a exégesis.
Lo que quiero llamar la atención,
en ocasión de la celebración del Día del Padre -una verdad tan de bulto, tan axiomáticamente obvia-
es la responsabilidad que recayó sobre
los hombros de José cuando se le confirió la protección tanto de la Virgen María
como también la del hijo de Dios. Es de
tanta magnitud y transcendencia lo que antes describo que considero que la
figura de San José ha sido soterrada, quien asumió una actitud proteccionista sobre
todo ante la defensa del Salvador para que Herodes, quien unía la crueldad del
tigre y la astucia de la vulpeja, había resuelto deshacerse del nuevo Rey y no
pudiese lograr su cruel propósito.
Todas las calamidades y sacrificios por las que pasó José protegiendo a Jesús
y a María le deben de dar el fecundo adjetivo
de lo que es un verdadero padre
Haciendo un poco de psicólogo, como
quien pretende poner una pica en Flandes,
sobre el arquetipo del padre dominicano sostengo, lo primero es que solo ven a
la mujer como objeto de deseo. Es la
mujer dominicana la que queda abandonada a su suerte junto a su prole porque la
República Dominicana ha sido siempre un país de hombres fugitivos,
de padres que abandonan a sus hijos y que no se hacen cargo de nada porque se
amarran a la incansable carrera del potro del alcohol. Parecería
que este es un problema latinoamericano.
El Premio Nobel de Literatura Octavio Paz, afirmaba que para los
mexicanos, es mucho más interesante y significativo tener una buena relación con
la madre que con el padre, porque ella simboliza la subsistencia.
No obstante, me pregunto: ¿Es que el
hombre dominicano se aclimató a la pigricia o es que la sociedad de los
opulentos se ciñe un corpiño de encajes a la delicada y blanca garganta de una
bella dama sin importar la suerte que corren los de abajo, los desheredados de
la fortuna o los hombres de a pie? Con
esta pregunta quiero aclarar: Yo en esto hago mía la divisa de Andes Maurois:
ni opongo ni propongo: simplemente, expongo.
Ahora bien, si estimo con toda sinceridad
que la falta de oportunidades que existe en nuestra sociedad es por mucho la
causante del paternalismo irresponsable y que hay gentes, que anclados en sus
treces, piensan que la riqueza es una característica absoluta de un grupito de
bienhallados que no conlleva ningún tipo de responsabilidad social.




