Friday, March 18, 2016

Las Mismas Piedras.


El frío de la soledad y  la muerte comienzan a invadir mi corazón, tengo que aflojar mi corbata para soltar las apreturas de mi nuez.  Todo al enterarme sobre el controvertido acuerdo entre la UE y Turquía para expulsar a migrantes y refugiados llegados a las costas griegas a cambio de acelerar la adhesión del país arábigo al club comunitario y eliminar, a partir de julio la necesidad de visado para los turcos que viajen a Europa.  íQue edad tan detestable es ésta en que ahora vivimos!  Por un instante me llegue a creer que se volvía a amar a la vida sin temerle a la muerte, que se creía en Dios, que el sol saldría para todos igual que en esos días de mayo en que llueve y luego brilla.

Pero la sensación de amenaza e incertidumbre que embarga a Europa me hace borrar el sentimiento platónico de la misericordia.  El concepto del “multicomunitarismo” no acaba de prender entre los inmigrantes y las poblaciones autóctonas.   Tal como diría Alain Touraine, en este contexto las diferencias culturales, ya sean significativas o triviales, adquieren el estatus de materiales para construir murallas y lanzacohetes.   La “defensa de la comunidad” adquiere prioridad por sobre cualquier otro deber.  Compartir una mesa con los “extraños”, frecuentar lugares conocidos como domicilio y dominio de los forasteros pareciera que empieza  a ser marcas de traición que justifican el ostracismo y el exilio.

Las comunidades que funcionan sobre esa base devienen en primer lugar en un medio para incrementar la reproducción de las divisiones y profundizar la separación, el aislamiento y la alienación.  El sentimiento de inseguridad son enemigos de las comunidades con mentalidad de gueto y por ello las barreras protectoras que ellas erigen.  El precipicio aterrador que separa a una comunidad de sus vecinos abre paso a una suave planicie que invita a frecuentes caminatas y paseos despreocupados.   Los defensores del aislamiento comunitario, conscientemente o no, estos tienen intereses personales en la presencia de los misiles enemigos, en los cañones que apuntan hacia las murallas protectoras de la comunidad.  Cuanto mayor sea la sensación de amenaza y cuanto más pronunciado sea el sentimiento de incertidumbre que ella causa, con mayor firmeza cerrarán filas y mantendrán sus posiciones los defensores, al menos en un futuro inmediato.   A Europa no puedo dejar de recordarles al “Príncipe de los ingenios” Miguel de Cervantes cuando nos dejó con veleidad y una melódica sutileza que la meta de don Quijote era Dulcinea.  “Ella pelea en mi, y vence en mi, y yo vivo y respiro en ella y tengo vida y ser”.   Dulcinea.  La utopía del hombre.  Europa seguirá siendo la utopía de los refugiados mientras el hambre y la muerte gobiernen sus ciudades.

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