Sin embargo, es propicio el
momento para hacer alguna reflexión.
Sobre todo en aquellos que utilizan ese tiempo para servir de buen
fermento que va a hacer crecer la masa insertando en ella saludables gérmenes
de renovación interior.
En estos “15 minutos de reflexión”
pensemos sobre el incumplimiento de nuestros deberes para con la sociedad, vendría,
pues, a constituir, un rescate del hombre alienado, alienado por la enfermiza pasión
por lo material, por el afán desapoderado de lucro, alienado por el morboso frenesí
de exhibicionismo barato.
Es un momento para que el hombre
regrese al santuario de sí mismo y se retraiga de la estruendosa fiesta que le
rodea y poseído de su condición de hombre, no sea ya más lobo para otro
hombre. Que no nos excusemos de nuestras
morales deficiencias amparándonos, en la frase, mas literaria y cínica que filosófica
de Paul Sartre: “El infierno son los otros”.
No podemos dar muestra de una platónica
ilusión al pensar que en solo “15 minutos de reflexión”, como por obra del
milagro, el arte de enriquecerse a más y
mejor quitándole el pan de la boca al pobre, se tornará esplendido, humano y
radiante. Pero de esta obra inicua se pueden ir
separando a los malhechores –quién no lo es aunque sea por omisión?- para que
se propugne por una sociedad en que sea amable y deseable vivir. Lo interesante y lo constructivo es buscar
ideas redentoras, sembrarlas en todas las conciencias para que la inteligencia
no viva subyugada por la petulancia de los audaces, por los arrebatos y
amenazas de los homicidas a fin de poder cambiar el clima espiritual que con angustias
habremos de pasar sin importar el año que ha de llegar.
A eso tiende esos “15 minutos de reflexión”:
que cada uno, en el silencio de su alma, corrija sus errores de juicio que son
los que guían a la conciencia. Y no
olvidemos que la sociedad es la resultante de sus individuos.
Posiblemente, esta reflexión les
suene a algunos –envueltos en sus aires de hombres fuertes- en una prosa
simplista. Pero nada sino bien puede
esperarse de esta meditación, la cual espero que el próximo martes, al
recomenzar nuestras labores, cada uno de los dominicanos que componemos esta nación
hayamos realizado un sereno escrutinio
de nuestros deberes para con la sociedad. Dios les bendiga y que tengan una feliz noche
vieja!














