Thursday, February 18, 2016

La Maginot.


Cansado de esperar en el Paseo De Gracia,
veo los burgueses pasear,
con trajes de doble fondo
 y copas de champagne.

Familias de estructura irregular
entran a sus casas por las ventanas,
como restos de un naufragio
que no volverá a salpar.

No les despeina ni el aire
aunque días calurosos entallen,
no pueden perder el glamour
recogiendo a escolares.

Un antiguo chófer del padre
se le relega esa tarea,
porque entre el Señor R y su mujer
lo plástico debe florecer.

Pero si aparece un condesito
que a la benjamina corteja,
con frívolo atuendo esperan
para que la pueda llevar.

Siempre hay un personaje mitológico
que estas familias reniegan,
que con cazadora holgada
imita al Che Guevara.

Si ponen en circulación los pantalones noruegos,
 todos de inmediato los compran,
aunque el bacalao no era de ellos.

Con camisas variopintas
van todos al pub
para que fotos le tomen
entre copas y salud.

Siempre hay que mostrar
la sonrisa oficial,
que una falsa alegría
debe corroborar.

Me hace alguien notar
tras la lectura del manuscrito,
que alguien se puede ensañar
al satirizar una moda universal.

Le respondo que en Gales
nadie se ruborizó,
cuando un día vieron pasar
un carruaje similar.

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