Wednesday, February 10, 2016

Recapacitemos.


Hoy debemos darle gracias al Señor, que nos concede el don de iniciar otro tiempo cuaresmal.  Tiempo propicio para que el amor de Dios llegue a nuestros corazones que nos llene de humildad y al mismo tiempo orar por los enfermos que postrados en una cama no escogieron sus dolencias.

Siento que no hay un solo dominicano que no se sienta sobrecogido por el anuncio de los médicos y enfermeras que anuncian un paro de 24 horas, siempre por las mismas causas: mejores condiciones laborales, mejores salarios, más inversión al sector.  Y entendemos que todos y cada uno de estos  reclamos son justos pero que carecen de humanismo al dejar de lado el juramento Hipocrático y se atenta contra la salud de los más necesitados.

Un ciudadano en la plenitud de la existencia, en la flor de la vida, con esposa e hijos posiblemente con esplendidas perspectivas, no requiere de 24 horas para pasar al sepulcro.   La vida es algo tan indeleble,  que la frontera que la separa de la muerte, apenas es un segundo  que se puede cruzar con la misma facilidad con que el Masacre se pasa a pié.

Es que hay profesiones que se escogen por vocación y no pueden estar sujetas al afán de lucro.  Es que los médicos y enfermeras no estaban de acuerdo con sus doctrinas cuando pasaron largos años de su vida quemándose las pestañas en universidades para luego asemejarse  a tener el don exclusivo del Señor  de los cielos?  La curación de un semejante.

El sentido humano, el  “No Mataras”, el religioso respeto a la vida está por encima de toda diferencia económica o discrepancia política.  Se puede  faltar a este mandamiento por comisión o por omisión.

No podemos permitir que se prolongue esa desidia por la vida humana de algunos sectores porque no todos estamos locos.    Los dominicanos debemos reeditar el eterno caso del drama español: Quién mató al Capitán Pedro Crespo?  Fuenteovejuna, todos a una.  A todos nos compete el velar por la vida.  Si la salud de una nación está sujeta a una continua alteración, si un enfermo se siente inseguro ya de por sí y  encima le agregamos perpetuas zozobras y si este conflictivo estado de cosas se hace normal, entonces, estamos jugando con fuego.  Y en sus llamas, igual que en una hoguera inquisitoria, podríamos arder todos.

Por Dios!  Ya es hora de que recapacitemos.
 

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